El Paleógeno, que abarca desde hace aproximadamente 66 hasta 23 millones de años, es una era crucial en la historia de la vida terrestre. Después de la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno, este periodo marcó una profunda transformación en los ecosistemas, permitiendo la recuperación y diversificación de grupos como los mamíferos, aves y plantas con flores. Los fósiles del Paleógeno ofrecen una ventana excepcional para estudiar cómo la vida respondió a uno de los mayores eventos de crisis de la Tierra.
Cambios geológicos y climáticos del Paleógeno
Durante el Paleógeno, los continentes continuaron desplazándose hacia sus posiciones actuales, y el clima comenzó a enfriarse gradualmente. Este enfriamiento afectó la vegetación y la distribución de los animales, con la aparición de nuevas regiones climáticas y biomas.
Diversificación de mamíferos y aves
Tras la desaparición de los dinosaurios no avianos, los mamíferos experimentaron una rápida radiación adaptativa. Surgieron muchos órdenes nuevos, desde pequeños roedores hasta grandes herbívoros y carnívoros. Las aves también diversificaron sus formas y hábitos, ocupando nuevos nichos ecológicos.
Evolución de la flora
La flora del Paleógeno se caracterizó por la expansión de las angiospermas y la aparición de bosques modernos. Los fósiles de polen y hojas permiten reconstruir los cambios en la vegetación y las condiciones ambientales de la época.
Fósiles clave del Paleógeno
Los fósiles más importantes del Paleógeno incluyen mamíferos primitivos, aves y plantas, además de restos de insectos y otros invertebrados. Estos fósiles documentan la recuperación de la biodiversidad y la evolución de ecosistemas modernos.
Importancia paleontológica
El estudio de los fósiles del Paleógeno es esencial para comprender cómo los eventos de extinción masiva influyen en la evolución y cómo se forman los ecosistemas actuales. Además, ofrecen pistas sobre la adaptación de las especies a cambios climáticos y ambientales.